Débil gestión integrada de
los recursos hídricos.
Incremento de la contaminación
atmosférica.
Inapropiado manejo de los
residuos y desechos sólidos.
Vertidos de hidrocarburos a
cuerpos de agua.
Mal manejo fitosanitario de
arboles urbanos en las principales ciudades del país.
Derroche de agua y energía eléctrica
como prácticas habituales de la ciudadanía.
Mal manejo de especies
domesticas.
Pocos esfuerzos en materia
educativa ambiental.
La basura electoral.
La basura proveniente de la promoción
de espectáculos.
Anarquía en el subsector de
motos.
Carencia de planes y
estrategias eficientes que permitan conocer, comprender, manejar y generar los
mecanismos para minimizar los impactos del cambio climático e impulsar las
medidas de adaptación.
Pocos esfuerzos en la planificación,
monitoreo y conservación de las ares protegidas.
Amenaza de afectación de
linderos de los Parques Nacionales.
Debilitamiento de la función
de guardería ambiental y de control.
Persistencia del comercio
ilegal de animales y plantas silvestres.
Mal manejo de residuos y
desechos electrónicos.
Mal manejo de medicinas
vencidas.
Proliferación de sistemas de
generación de energía eléctrica.
Mal manejo de vectores de
enfermedades metaxenicas.
Falta de coordinación entre
el gobierno nacional y los gobiernos estadales y municipales.
Inapropiado manejo de agroquímicos,
pesticidas y fertilizantes.
Falta de información fidedigna
en los productos y alimentos que se comercializan.
Débil estructura de planes
de contingencia ente desastres socio natural.
Ausencia de una política ambiental
dirigida a favorecer un turismo ambientalmente sustentable.
Limitada inversión en investigación
científica orientada a documentar la situación de la biodiversidad venezolana.
Emisión atmosférica
contaminante en las adyacencias a complejos petroquímicos como el Tablazo y José.
Limitado control de especies
exóticas en el país.
Limitada inversión en el
manejo de las ABRAE.
Persistencia de la minería ilegal
en el sur del país.
Débil actuación ambiental de
las ONG.
Amenaza a la integridad de
algunas reservas naturales.
Eutrofización de diversos
cuerpos de agua.
Inexistencia de un Sistema
de Indicadores Ambientales.
Falta de planes de conservación
de especies faunísticas.
Emisiones atmosféricas por
incendios forestales y de basura.
Mayor acumulación de Coque
en la zona de Oriente.
Carencia de centros
profesionales y de personal para la recepción, mantenimiento en cautiverio y reinserción
a su hábitat natural de las especies silvestres.
Carencia de centros para recepción,
mantenimiento en cautiverio y ubicación de especies domesticas.
Falta de respuesta institucional
ante las solicitudes planteadas.
Poca claridad en el manejo
de los pasivos ambientales.
Limitada participación de
los sectores científico, académico, tecnológico en las consultas públicas.
Debilitamiento de la función
educativa y reproductiva de los zoológicos.
Poca inversión y desarrollo de
la infraestructura de conservación in situ y ex situ.
Falta de preparación de la ciudadanía
en torno a fenómenos naturales.
Falta de seguimiento a
compromisos nacionales como el Plan Nacional para la Atención de Riesgos
Naturales.
Deforestación para fines agrícolas
y urbanísticos.
Inseguridad en parques de recreación
y algunas aéreas naturales protegidas.
Carencia de un sistema
eficiente, automatizado y confiable de alerta temprana.
Degradación de algunas
cuencas.
Casería furtiva.
Tímida actuación oficial
frente a los ilícitos ambientales.
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